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12 de julio. Nacimiento de Juana Azurduy

Viernes 12 De Julio Del 2019
Juana Azurduy nació en Chuquisaca el 12 de julio de 1780, mientras estallaba y se expandía la rebelión de Túpac Amaru. Su familia la pensó monja y ella se pensó libre. Ganó Juana y hubo que sacarla del convento de Santa Teresa, según el parte de la Madre Superiora, por su irreductible conducta altiva.
Juana era lo que se dice una revolucionaria de la primera hora. Participó con Padilla en la revoluciones de Chuquisaca y La Paz en 1809, y un año después alojó en su casa a Juan José Castelli, uno de los comandantes de las tropas patriotas que iba a cumplir su sueño de hacer la revolución en el Alto Perú. Juana colaboró hasta con lo que no tenía para abastecer a las tropas libertadoras que venían desde Buenos Aires. Ayudó a crear una milicia de más de 10.000 aborígenes  y comandó varios de sus escuadrones. Libró más de treinta combates, siempre a la vanguardia, haciendo uso de un coraje desmedido que se fue haciendo famoso entre las filas enemigas a las que les había arrebatado personalmente más de una bandera y cientos de armas. Su accionar imparable permitió recobrar del dominio español las ciudades de Arequipa, Puno, Cuzco y La Paz.

Juana fue una estrecha colaboradora de Güemes y por su coraje fue investida con el grado de teniente coronel de una división explícita llamada “Decididos del Perú”, con derecho al uso de uniforme, según un decreto firmado por el director supremo Pueyrredón el 13 de agosto de 1816 y que hizo efectivo el general Belgrano, quien debía entregarle el sable correspondiente, pero prefirió brindarle el suyo, el que lo había acompañado en Salta y Tucumán y durante el heroico éxodo jujeño.

Juana lo fue perdiendo todo, su casa, su tierra y cuatro de sus cinco hijos, Manuel, Mariano, Juliana y Mercedes, en medio de la lucha. No tenía nada más que su dignidad, su coraje y la firme voluntad revolucionaria. Por eso, cuando los Padilla estaban en la más absoluta miseria y un jefe español intentó sobornar a su marido, Juana le contestó enfurecida: “La propuesta de dinero y otros intereses sólo debería hacerse a los infames que pelean por mantener la esclavitud, más no a los que defendían su dulce libertad, como él lo haría a sangre y fuego”.

Bolívar le concedió a la heroica luchadora una pensión vitalicia de 60 pesos, que fue aumentada por el presidente de Bolivia, Mariscal Sucre, pero que Juana cobraba cada tanto hasta que dejó de cobrarla cuando la burocracia le ganó una de las pocas batallas que perdió en su vida. Juana murió en la soledad, el olvido y la pobreza, paradójicamente en una casa en la calle “España” en un humilde barrio de Chuquisaca, el 25 de mayo de 1862.

Fuente: https://www.elhistoriador.com.ar/juana-azurduy-amazona-de-la-libertad/


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